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8 de junio de 2025

“¡Mami, me mata!”: un grito aterrador y 33 puñaladas que cambiaron a un pueblo para siempre

Cintia Cerrudo fue asesinada delante de su familia en San Andrés de Giles. Su esposo y padre de sus dos hijos varones es el único acusado y enfrenta una perpetua por el femicidio. Tres años y medio después, el juicio tiene fecha.

No hay medida para el dolor de haber perdido una hija a manos de la violencia machista, pero Mary Leonelli soporta en sus espaldas una cruz todavía más pesada: ella vio con sus propios ojos el momento en que Cintia Cerrudo, de 32 años, era asesinada. Fueron 33 puñaladas las que sacudieron la tranquilidad habitual de San Andrés de Giles la mañana del 8 de enero de 2022. Mary lleva consigo el recuerdo tormentoso de los alaridos de Cintia, su hija mujer, su compañera de todos los días y con quien había compartido unos mates minutos antes. “¡Mami, me mata!”, gritaba la víctima mientras Luis Giunta Goyeneche (42) la envolvía con sus brazos y le hundía el cuchillo. “Jamás voy a olvidar sus gritos. Todo el tiempo se me aparecen en la mente”, dice Mary en el inicio de la conversación con TN, y se sumerge en sus recuerdos más dolorosos: “La tiró al piso y la seguía apuñalando. Escuché los gritos y salí al pasillo de mi casa con un palo. Él escapó y ya no tenía forma de salvarle la vida de mi hija. Jamás me lo voy a perdonar”. Esta semana, cuando los femicidios en lo que va del año superaron la barrera de 100 casos según los registros del observatorio “Ahora sí que nos ven”, el Departamento Judicial de Mercedes puso fecha al inicio del juicio: desde el 1 de septiembre, el Tribunal Oral en lo Criminal N°4 evaluará si Giunta Goyeneche es responsable de “homicidio doblemente calificado por ser cometido contra la cónyuge y por ser realizado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género”. De ser encontrado culpable, la única condena posible es la prisión perpetua. El proceso sufrió dos cancelaciones por “cuestiones de agenda”, según indicaron a TN desde la sede judicial: inicialmente estaba previsto para junio de 2024 y, luego, para febrero de este año. Giunta Goyeneche está detenido desde el primer día. Luego de asesinar a Cintia en el pasillo de la casa de Mary, y mientras Thiago y Leonardo (11 y 7 años al momento del crimen), los hijos que tuvo con la víctima, escuchaban los gritos desde una habitación, el hombre corrió unos metros y se metió adentro de un vacunatorio. “Déjenme que me mato solo”, gritaba el asesino mientras se hacía cortes el arma homicida. Las heridas fueron superficiales y, minutos después, la Policía lo detuvo. Desde entonces, pasa sus días en la Unidad Penitenciaria N°5 de Mercedes. “Quiero hablar con vos, salí al pasillo” “Hacía 15 años que mi hija estaba con esta persona. Tuvieron a mis dos nietos y se habían casado un tiempo antes de que él la matara. En los últimos meses, iban y venían”, detalla Mary. Giunta se había ido de la casa que compartía con Cintia, y aquella mañana cayó de sorpresa: sabía que ella solía compartir las mañanas con su mamá. “Quiero hablar con vos, salí al pasillo”, fue el mensaje que recibió la víctima. Cintia le hizo caso. -Necesito que escuches y me expliques este audio que me mandó mi hermano-, la encaró Goyeneche mientras le achacaba una presunta infidelidad. Cintia reconoció su voz en medio de un bullicio y le devolvió el teléfono. -¿No te das cuenta de que tu hermano es un gorro de lana? Lo único que hace es calentarte la cabeza. Ya somos grandes-, le respondió ella antes de darse vuelta y meterse nuevamente en el pasillo. Allí Goyeneche la tomó de atrás, sacó un cuchillo y comenzó a apuñalarla. La mayoría de las heridas fueron en el pecho y el cuello, aunque también sufrió cortes en las manos y los antebrazos en el intento de defenderse. La autopsia determinó que la causa de muerte fue un paro cardiorrespiratorio como consecuencia de la cantidad de sangre que perdió Cintia. “Los veías de afuera y eran un matrimonio feliz” “Él planificó todo. En las últimas semanas, vivía amenazándola. Yo me enteré recién cuando la fiscalía abrió el teléfono de Cintia. Hasta entonces no sabía nada”, menciona la mamá de la víctima, y sigue: “Vos los veías de afuera y eran un matrimonio feliz. En el último tiempo andaban mal, pero siempre fueron compañeros y andaban juntos de acá para allá”. Mary insiste en que su hija “nunca contaba nada. Por ahí se enojaba, ponía una frase que me llamaba la atención en su estado de WhatsApp y ahí le preguntaba. Él era celoso y ella no soportaba eso: ‘siempre le doy oportunidades, mamá, pero nunca cambia’, decía”. La violencia, según Mary, era psicológica: “Yo nunca me enteré de que él, antes del crimen, la haya golpeado. Ella nunca lo mencionó, jamás le vi ninguna marca y mis nietos juran que no. Incluso Florencia (hoy tiene 20 años y es fruto de la relación de Cintia con su pareja anterior), que ya era grande, dice que jamás vio que él le levantara la mano”. Mary y Sergio, su marido, quedaron al frente de la crianza de los dos hijos más chicos de Cintia. “Thiago, el mayor de los varones, es el que más me preocupa. Hay días en los que duerme mucho y me dice que lo hace porque no quiere pensar. No quiero que se críe con rencor”, dice. “Leo, el chiquito, está mejor, pero tiene sus días. Sé muy bien el vacío que siente”. “Yo estoy en pausa, como si la vida se hubiera detenido aquel día. Y siento también que nunca voy a tener una respuesta, un porqué. No sé qué se le pasó por la cabeza (a Giunta), pero quiero que pague lo que hizo”, reflexiona Mary, y cierra: “Vivo atormentada. Tomo pastillas para dormir y para la depresión. A mi psiquiatra siempre le pido lo mismo: que me enseñe a convivir con el dolor. Todavía no puedo”.

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